OIMAKU de aquel anuncio de Nike en el que los mejores futbolistas (o los más guays) del momento se enfrentaban a las fuerzas del mal en el Coliseo de Roma. Los futbolistas tenían que hacer frente al juego sucio de los demonios y parecía que era imposible ganar. Acababan, finalmente, sacando todo su talento para marcar el gol de la victoria. El público alucinó porque parecía el tráiler de una película. Sin embargo, de todas aquellas cabriolas y efectos especiales, lo que realmente caló fue el apoteósico final en que Éric Cantona, el zumbado de Cantona, se levantaba la solapa y musitaba un “Au revoir” que se grabó a fuego en la memoria colectiva como el “Sayonara, baby” de Terminator. Se levantaba la solapa, decía adiós y destrozaba de un chut al diablo que custodiaba la portería con las alas extendidas. Brutal.
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OIMAKU de los anuncios del canal Playboy
OIMAKU de los anuncios, yo vi dos, que hicieron para presentar el canal Playboy por Satélite, hace años. Los daban de madrugada y, obviamente, eran altamente machistas. En uno aparecía un tipo desayunando mientras un pibón en ropa interior le preparaba el desayuno; seguidamente, detrás aparecía otra que tal baila, despeinada, dándole los buenos días. Este es pasable, digamos. Pero el más fuerte era el otro, el de un tipo viendo la tele, comiendo palomitas muy a gusto. La cámara lo filma de barriga para arriba y, de repente, otra modelo impecable asoma su cabeza desde la parte inferior de la pantalla; él, suavemente, le vuelve a empujar la testa para abajo, y sigue disfrutando con sus palomitas. El lema era algo como “La vida mejor con Playboy”. En fin, muy fuerte.
OIMAKU de las Ruffles Pepinillo
OIMAKU de las Ruffles Pepinillo. En el anuncio de la tele salía Pamela Anderson en un yate, disfrutándolas. No sé cómo no vomitaba. Sabían a hierba de la que comen las vacas. Nada de pepinillos: hierba, pasto. Afortunadamente, fracasaron.
OIMAKU del anuncio del juego Pelotón
OIMAKU de un anuncio que estuvieron repitiendo todo un verano en que se repetía sentenciosamente “Pelotón. Pelotón. No es un juego sino que son dos” con una especie de cañonazos de fondo. En la caja aparecía un ciclista pero bien podría haber aparecido un paredón de fusilamiento. Nunca, y a este nunca se suma con peso el hecho de que el comercial jamás ofreció más información del producto que tres fotografías de la caja y unos segundos de vídeo de un niño jugando con su familia de manera sobreexcitada, nunca digo, supe ni creo que llegue a saber de qué diantres iba el puto juego. Pero me amargó el verano.
OIMAKU de la bola loca de Comansi
OIMAKU del anuncio de la bola loca de Comansi, donde un montón de chavales creciditos se pasaban la bola loca y la atrapaban sin problemas con el tubo con ventosa que llevaban en la mano. Eran imágenes veraniegas de playa muy rápidas, a flashazos, y los chavalotes sonreían divertidos, y no se paraba de oír: “Es la bola loca de Comansi, la bola loca, la bola loca de Comansi”.
OIMAKU del anuncio fálico
OIMAKU de la tarde que salí a pasear con M. por Horgen y encontramos un cartel naranja enorme con la palabra “polla”. Se trataba del nombre de una agencia inmobiliaria. Al menos, no engañaban a nadie.